Prudencia y transparencia
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director del centro de Pensamiento Así Vamos en salud
La vacuna contra el nuevo Coronavirus se encuentra en la mente y es la expectativa de los habitantes del planeta. Sería bueno que el asunto se tratara con mayor prudencia y con cauteloso optimismo.
La evidencia científica con la cual se efectúen las investigaciones, la seguridad que demuestre la vacuna, su eficacia, estabilidad, disponibilidad y los retos que se presenten para implementarla, serán factores determinantes para tener en cuenta por las autoridades y elementos de análisis por parte de los ciudadanos. Factor vital: la transparencia para su aprobación por parte de las agencias encargadas, en particular las de Estados Unidos y Europa que darán una señal al mundo occidental cuando se encuentre la que sirva.
La confianza en las vacunas ha tenido momentos de infortunio en la historia científica del mundo, que se han visto enardecidos por posiciones ideológicas y en ocasiones por creencias que pueden tener orígenes religiosos, las cuales han buscado debilitar la credibilidad sobre sus múltiples beneficios.
Entre los episodios recientes se encuentra el de la vacuna contra el dengue en Filipinas en el 2017, que al producir complicaciones con poblaciones que habían estado expuestas al virus, obligó a su retiro del mercado. En nuestro país no podemos olvidar en el sur de Bolívar la vacuna contra el virus del papiloma humano que, por la mediatización a una población manipulada por grupos de interés y una acción retardada de las autoridades, produjo un descenso dramático en la vacunación con ese importante biológico que evita el cáncer de cuello uterino.
La mayoría de los miedos que conducen a la pérdida de la confianza se basan en mitos, verdades a media y francas mentiras. El caso del autismo es un ejemplo, en el cual un porcentaje significativo de la población cree que esta condición médica se relaciona con los programas de vacunación en niños contra sarampión, rubeola, paperas; algo que no pudo ser demostrado por ninguna evidencia científica en una revisión realizada por Dudley y cols en 2019 a 16 investigaciones epidemiológicas controladas.
En reciente estudio publicado en The Lancet este mes por Figueiredo y cols, se muestra que la confianza en la importancia, seguridad y efectividad de las vacunas cayó entre noviembre de 2015 y diciembre de 2019 en Afganistán, Indonesia, Pakistán, Filipinas y Corea del Sur. Entre 2018 y 2019 se encontraron incrementos en la confianza en algunos países de la Unión Europea que incluyen a Finlandia, Francia, Irlanda e Italia. Esa confianza de las personas en la importancia de las vacunas es la variable que mayor asociación tiene con el consumo de vacunas, por encima de factores como la seguridad y la eficacia. De acuerdo con este estudio, las minorías religiosas tienden a mostrar menor interés en su aplicación.
De la manera como se logre su desarrollo y se tramite su aprobación, la vacuna contra el nuevo Coronavirus puede afectar para bien o para mal los programas de vacunación vigentes y por esta vía, el control de las enfermedades para las cuales deben proteger a la población. Es un tema sensible que se debe manejar con mucho cuidado.
En el caso colombiano, el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) es uno de los más completos de América Latina y protege a las personas, en especial a los niños, contra más de 27 enfermedades; mantiene coberturas superiores al 90% y ayuda de manera costo-efectiva a la salud pública del país. Preservar su credibilidad es vital, además que su espectro se debería ampliar con otras vacunas que han demostrado utilidad y seguridad en otros países, pero esto es otra discusión.
El proceso para encontrar la vacuna contra el nuevo Coronavirus tiene visos de haberse politizado, por lo menos en los Estados Unidos. También en Rusia y China se vislumbra un tufillo por ganar una carrera que parecería buscar más la reputación política y económica que la científica y humana, aunque estos dos últimos aspectos siempre estarán en el discurso de los políticos y los grandes inversionistas.
Esas disputas no las puede controlar el gobierno colombiano ni sus autoridades sanitarias. Pero sí puede mantener cautela, asesorarse de expertos en inmunología, infectología y desarrollo de vacunas y preservar transparencia pública en las decisiones que se vayan a adoptar, las cuales deberán estar centradas en que la vacuna escogida, cuando aparezca, sea segura, con una clara respuesta inmune para los humanos, estable, con dosis y ruta de administración aceptables y esté disponible y de fácil acceso para las poblaciones que demuestren ser las más prioritarias mediante estudios adecuados.