La foto y la película (6)

Agosto 18 de 2022

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

La Declaración de Alma Ata en 1978 que abogó por la Salud para todos en el año 2000 y promovió la Atención Primaria en Salud (APS) como el modelo que debían adoptar los países para alcanzar esa meta. La Carta de Ottawa de 1986, que introdujo la visión de Promoción de la Salud como respuesta a la necesidad de buscar un nuevo acercamiento a los múltiples problemas de salud que aún hoy exigen solución en todas partes del globo. La Declaración de Santa Fe de Bogotá de 1992, que ratificó para el contexto latinoamericano los planteamientos realizados en la Carta de Ottawa. La Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2008, que propuso alcanzar la equidad sanitaria actuando sobre esos factores para subsanar las desigualdades en una generación. La Declaración de Astaná de 2018 que reafirmó los principios de Alma Ata y actualizó el enfoque de APS para su realización. La Salud Global con sus análisis de gobernanza y transparencia, justicia global, derechos humanos y ciudadanía, acción supranacional, y construcción de una conciencia mundial e internacional por la salud.

Todas estas conferencias e iniciativas permean la comprensión de la Salud Pública y poseen comunes denominadores que podríamos resumir en tres: primero, ponen de presente su complejidad que abarca consideraciones e interrelaciones políticas y de desarrollo económico, así como sociológicas, culturales, ambientales, de globalización, de justicia y de satisfacción de los derechos universales, con las cuales ratifican que la Salud Pública va más allá de la prestación de los servicios asistenciales y del binomio salud/enfermedad. Segundo, las discusiones sobre estos asuntos se tornan muchas veces teóricas y abstractas, lo que dificulta su entendimiento por parte de los decisores de las políticas, de los propios responsables de la salud y de amplios sectores de la población; para muchos la Salud Pública es una disciplina ajena de la formación más convencional que se imparte sobre salud en las universidades. Tercero, los propósitos y aspiraciones establecidos en esas declaraciones no han logrado cumplirse a plenitud y subsisten como tareas pendientes a nivel mundial y en las naciones.

Colombia no ha estado exenta del impacto de esas circunstancias y el avance de la Salud Pública ha sido insuficiente en la película de nuestro sistema de salud durante los últimos 30 años. En su foto actual, es la parte más ausente y desdibujada del cuadro, a pesar de nuestras leyes. Nos hemos concentrado de manera excesiva en el aseguramiento y en la organi7zación de los servicios asistenciales para la enfermedad y no hemos atendido en forma integral la salud pública de la población.

El resultado de ello se expresa en la inequidad que existe entre diferentes poblaciones. La pobreza es la demostración relevante de la ausencia de salud y bienestar que impacta a millones de colombianos. Recorrer Soacha o Ciudad Bolívar en Bogotá, así como muchos de los barrios marginales en las grandes capitales, no es muy distinto a encontrar las miserias en las que habitan poblaciones del pacífico, del caribe o de las zonas amazónicas. Limitadas en educación, nutrición, saneamiento ambiental, ingresos dignos, vivienda, vías terciarias, conectividad, seguridad sanitaria y varios etcéteras, hacen evidentes la debilidad o ausencia del Estado en esas regiones y marcan para la salud inequidades manifiestas.

Los indicadores agregados nacionales de salud pública muestran avances, pero en la ruralidad colombiana es distinto. La cobertura de alcantarillado y la adecuada disposición de excretas no alcanza a cubrir al 20 por ciento de su población. La de agua potable apenas logra el 50 por ciento. Una niña menor de 14 años tiene 2,2 veces más posibilidades de quedar embarazada y perpetuar el ciclo de la pobreza, y los menores de 5 años tienen cerca de tres veces más posibilidades de morir por desnutrición.

Además, un millón ochocientas mil personas cocinan aún con leña en el país. El dengue, la malaria, la tuberculosis, el aborto, las afecciones crónicas y otras condiciones de salud pública evidencian retos sociales, económicos y de desarrollo urbano no resueltos; y durante la pandemia por Covid-19, la protección y el bienestar social demostraron carencias graves que pueden explicar la significativa mortalidad que se presentó, a pesar de que los servicios de salud respondieron bien al desafío.

El Plan Decenal de Salud Pública -recientemente definido en su segunda edición- requiere convertirse en un propósito nacional y dejar de ser un subalterno del Sistema de Seguridad Social en Salud. La lucha contra la inequidad permea sus objetivos y propósitos. Demanda voluntad política, investigación, planeación, recursos suficientes (no solo financieros, sino humanos y tecnológicos) y mucho compromiso intersectorial.