La foto y la película (1)
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
El desarrollo de nuestro sistema de salud tiene problemas de comunicación hacia los ciudadanos y la opinión pública en general. No ha sido bien presentado ni explicado. Las responsabilidades de cada uno de sus agentes no han sido bien expuestas y la población no tiene total claridad sobre ellas.
En gran medida eso puede explicar la insatisfacción con la foto del día de hoy sobre nuestro sistema, pero también algunos de los mitos o ideas erradas que se tienen sobre él. Las generaciones menores de 40 años se quejan -con algún grado de razón- de los servicios de salud que reciben, cuando los contrastan con los objetivos que se hallan consagrados sobre estas materias en nuestra Constitución Nacional y en las leyes. Pero esas generaciones no han sido testigos de la evolución que ha sucedido en los últimos 30 años. La película de ese tiempo tiene un punto de partida, un estado de cosas que motivó la transformación que se dio en 1993, la cual contrasta de manera rotunda en muchos aspectos, con lo que encontramos en la foto de hoy.
Antes de 1993 había una diversidad de bolsitas financieras con diferentes tamaños, que le permitían acceder a la salud a unos grupos reducidos de la población mientras la mayoría recibía muy poco o no recibía nada.
El 57 por ciento del gasto total en salud lo utilizaba el 17 por ciento de la población que contaba con los recursos económicos para pagar por los servicios que cobraban de manera autónoma las clínicas o fundaciones privadas y los médicos, y otros profesionales de la salud en sus consultorios. Muchas personas agotaban sus ahorros o vendían su patrimonio para poder pagar y estar en ese selecto grupo de ciudadanos que atendía sus necesidades en salud con sus propios recursos.
El restante 83 por ciento de la población se repartía entre la seguridad social (23 por ciento) y los hospitales públicos (60 por ciento). Estos dos segmentos utilizaban el 43 por ciento del gasto total en salud. La distribución de este porcentaje se hacía de tal manera que la seguridad social contaba con un presupuesto que triplicaba el que tenían los hospitales públicos.
Eran bien distintos los beneficios que poseían esos tres segmentos de la población. Aquellos que pagaban por vía privada la salud recibían lo que necesitaban. La seguridad social no tenía cobertura familiar, aunque la conyugue del cotizante estaba cubierta durante el embarazo y el recién nacido durante su primer año de vida. El grueso de la población lo atendía la asistencia pública que entregaban los hospitales. Pocos recibían mucho y muchos recibían muy poco o nada.
El verdadero “paseo de la muerte” era una crónica que reportaban los medios de comunicación con bastante frecuencia en la cual los pacientes buscaban la atención de hospital en hospital para morir literalmente a sus puertas sin ningún tipo de servicio; y el “septiembre negro” era la crisis financiera anual de los hospitales públicos que se materializaba ese mes cuando encontraban sus arcas exangües porque el ministerio se hallaba a su vez limitado de recursos.
De allá venimos. En ese punto del sistema de salud en el año 92 del siglo pasado se iniciaron las discusiones que condujeron a la reforma aprobada el siguiente año. La reforma de 1993 desprivatizó la salud, y ese es quizá el cambio social más grande que ha tenido Colombia en los últimos 50 años.
Nuestro sistema de salud se cambió con la Reforma de 1993 en un sistema público costeado por una bolsa común de recursos fiscales y parafiscales con la cual se pagan todos los servicios médicos, de exámenes y procedimientos, que comprenden el plan de beneficios que asegura la salud de toda la población colombiana, en el marco del reconocimiento del derecho a la salud.
Se ha construido una institucionalidad que se debe mejorar, pero no erradicar. Es un sistema público con delegación regulada de funciones en agentes privados. Llegar acá no ha sido fácil; ha habido aciertos y errores. La foto de 1992 ha cambiado sustancialmente, pero no nos sentimos satisfechos aún con la foto de 2022 por los retos de calidad, salud pública, equidad y sostenibilidad que hemos señalado desde estas páginas en varias ocasiones. La película continúa.