El corcho en un remolino

Julio 7 de 2022

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

La sostenibilidad financiera del sistema de salud es una discusión que nunca termina y no se trata solo de un balance entre ingresos y egresos. Desde hace cerca de tres lustros es un asunto recurrente que compromete análisis técnicos, mesas de trabajo, foros y normas, pero que no finaliza.

Todos los sistemas de salud en el mundo enfrentan en mayor o menor grado la limitación de recursos financieros ante las necesidades crecientes de sus poblaciones que envejecen, migran o se concentran en grandes centros urbanos; o ante los desarrollos tecnológicos en salud que aumentan día a día; o ante el surgimiento de nuevas enfermedades y la reemergencia de otras que parecían controladas o superadas; o ante los sistemas judiciales y la autonomía médica que también incrementan las expectativas en salud de las personas y generan presión sobre los presupuestos.

El mayor malestar que se encuentra en el sector salud del país por estos asuntos financieros se relaciona con el atraso absurdo que se presenta en muchas de las deudas que mantienen los pagadores a los prestadores de servicios. Deudas que pueden superar los 180 días y en algunos casos han llegado a los 365. Para la discusión y el saneamiento no ha ayudado mucho el sistema de información y la trazabilidad que debería existir en las cuentas, de tal manera que cada uno de los agentes operadores tiene sus propios datos, los cuales muchas veces se han anunciado en medios de comunicación sin consensos previos y sin claridad en las fuentes, lo que ha aumentado la tensión, la desconfianza y le ha hecho perder credibilidad y legitimidad al sistema.

¿Propuestas de solución? ha habido y se han implementado, y de alguna forma todas apuntan a mejorar la eficiencia en el manejo de los recursos financieros, que ha sido la estrategia priorizada para buscar solucionar el problema. La eliminación de la multiafiliación mediante la compensación y el mejoramiento de la BDUA, la depuración de la base de datos del régimen subsidiado, el establecimiento de cuentas maestras, el plan único de cuentas, el giro sin situación de fondos a los municipios o el giro directo a prestadores, las modalidades de contratación entre los agentes, las normas de habilitación financiera para pagadores; son algunas de las medidas que se han adoptado a lo largo del tiempo para que mejore el flujo de recursos del sistema.  A pesar de ellas, muchas dificultades subsisten.

La desconfianza sobre las diferentes ineficiencias ha recaído mayoritariamente en las EPS y en su gestión, que algunos críticos la reducen a señalar que lo único que buscan es enriquecerse sin ofrecer un servicio de calidad para sus afiliados. A pesar de que todos los actores del sistema son los responsables de su sostenibilidad, la mayor parte del esfuerzo para lograr este propósito se ha concentrado en depurarlo de las EPS que no han hecho bien sus labores. En los últimos 10 años, 28 de las más de 50 que existían entonces han sido intervenidas para administración o liquidación. El número que existe hoy es de 32 EPS, de las cuales 10 afilian al 70 por ciento de la población.

Expertos financieros consultados por AVS se preguntan si “los plazos otorgados a partir del año 2014 para la adecuación progresiva de esas entidades a los indicadores de habilitación financiera cumplieron el propósito que buscaban o si, por el efecto combinado de desequilibrios estructurales en la financiación del sistema y modelos de gestión interna inadecuados, solo llevaron a profundizar el valor de las cuentas por pagar de las EPS a prestadores sin dar solución de fondo a la situación existente en ese año”.

Es cierto que han existido EPS que lo han hecho mal, como también algunas clínicas, hospitales, laboratorios de la industria y otros proveedores han mostrado signos de gestiones y administraciones ineficientes o permeadas por intereses que no son los misionales del sistema. Lo contrario también es muy válido y tanto en EPS como en IPS se tienen ejemplos de buena calidad operativa centrada en la búsqueda del bienestar para sus afiliados.

Pero quizá, en el fondo hemos evadido la discusión más estructural que tiene que ver con asuntos como la definición del aseguramiento en salud a la luz de la Ley Estatutaria, la capacidad real de financiar un amplio paquete de beneficios con los recursos existentes, la consolidación de la gobernabilidad del sector y la inyección efectiva de nuevos recursos. Sin atender estos temas en serio seguiremos dando vueltas como un corcho en un remolino.