Editorial: Triunfo estéril
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
La victoria política que obtuvo el gobierno nacional esta semana en la Cámara de Representantes no es fértil para desarrollar un mejor sistema de salud. El proyecto de ley 339/2023 representa un gran retroceso para su progreso y no resuelve los retos y las dificultades que confronta el sector de la salud.
Ya se ha señalado: no está pensada en las necesidades de usuarios y pacientes; incrementa sus barreras de acceso a los servicios; elimina al responsable de la salud de los ciudadanos y diluye ese compromiso entre entidades estatales sin capacidades ni experiencia para cumplirlo; atomiza el aseguramiento en salud entre estas mismas entidades y lesiona la protección financiara de los ciudadanos ante los riesgos de enfermar; concentra el manejo de los recursos financieros en funcionarios públicos; acrecienta los peligros de clientelismo y burocratización, lo que es fuente de corrupción; desconoce la desfinanciación que padece el sistema y no demuestra que sea sostenible en el tiempo.
Los ciudadanos ya han detectado que sus objetivos se hallan centrados primero, en la captura de los recursos financieros de la salud por parte de las entidades estatales; y segundo, en uno que no ha sido tan evidente: el empadronamiento de la población, herramienta que no ha dejado de servir a gobiernos totalitarios -con las visitas domiciliaras de salud conexas- como instrumento para la vigilancia y el control a los ciudadanos.
El Reformadol Plus y el Reformax, que promocionaron y nos recetaron un grupo de políticos con ese proyecto de ley, contiene una “medicación” cuyo principio activo tiene efectos secundarios devastadores para los ciudadanos. Es inseguro, no es pertinente y tampoco posee evidencia de ser costo-efectivo.
La expectativa se centra ahora en la Comisión Séptima de Senado de la República. Tiene cuatro opciones para el trámite de este proyecto de ley que pasa ahora a sus manos desde la Cámara de Representantes.
La primera, lo recibe como fue aprobado y no le da curso en la Comisión Séptima hasta dejarlo archivado en su trámite.
La segunda lo recibe como fue aprobado y le da curso en la Comisión sin enmiendas mayores, lo aprueba en tercer debate y le da traslado a la plenaria del Senado para su análisis, discusión y definición en último debate.
La tercera, lo recibe como fue aprobado y le da trámite a la discusión en la Comisión, pero busca mejorarlo en su redacción y en su enfoque, de tal manera que produzca menos daño a la población; luego lo traslada a la plenaria para su análisis, discusión y definición en último debate.
La cuarta, lo recibe como fue aprobado, pero elabora una nueva ponencia para modificarlo estructuralmente en la Comisión, busca introducir mejoras pertinentes y efectivas al sistema de salud actual y una vez aprobado en esa célula legislativa lo traslada a la plenaria del Senado para su análisis, discusión y definición en último debate.
¿Cuál de esas vías tomarán los senadores? No lo sabemos. En política es difícil hacer predicciones, pero sí se espera que en el escenario del senado haya más seriedad, más conocimiento y mayor ponderación de quienes sean los ponentes. Los ponentes de la Cámara todavía no pueden explicar bien qué fue lo que aprobaron. No saben decir cuánto costará el desarrollo del los CAPS. Tampoco cuánto recurso humano se necesitará. No describen bien cuál va a ser la ruta de los pacientes y usuarios dentro del sistema. No hay explicación clara sobre la transición entre el sistema actual y el que se propone.
Confiamos que en el Senado se escuchen y atiendan las propuestas de mejora al sistema de salud planteadas desde los sectores académicos, los centros de pensamiento, las universidades y por supuesto, desde las asociaciones de usuarios y pacientes y de la sociedad civil organizada en el sector salud. Cambios sustentados en la evidencia y que estén guiados, como hemos insistido, en el respeto a los mandatos constitucionales, a la ley estatutaria y a los avances que se han tenido en el goce efectivo del derecho a la salud, de tal manera que en verdad avancemos hacia una mejora en la evolución y el crecimiento de nuestro sistema y no quedemos limitados a triunfos políticos estériles porque le hacen daño al desarrollo de nuestra sociedad.