Editorial: no es el camino

Enero 23 de 2023

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

Cada día que pasa sin que la ministra de salud presente ante el país y el sector la propuesta de reforma que quiere proponer es un día más de riesgo para el sistema de salud por el incremento en la zozobra, la desconfianza y la eventual polarización a la cual nos pueden llevar. Estos no son los insumos apropiados para analizar y discutir aspectos técnicos como los que se abordan en la salud, y mucho menos para tomar las decisiones con la suficiente cabeza fría y objetividad que nos permitan progresar más el derecho a la salud desde el punto en que se encuentra hoy y no caigamos en retrocesos y pérdidas de los avances alcanzados.

Las declaraciones del presidente de la República, con su llamado a la población a las calles a discutir ésta y otras reformas sociales, tampoco ayudan a generar los espacios de concertación y diálogo que se requieren en estos momentos. Lo anterior, unido a las declaraciones de la ministra, parecen conducir a un estado de opinión con los obvios riesgos que conlleva.

Si el estado de opinión es la opción que quiere tomar el gobierno nacional, nos preguntamos si la explicación se encuentra en la insuficiente evidencia técnica que pueden demostrar y el débil arraigo político que pueden tener al interior del mismo gobierno y en las bancadas del Congreso sus planteamientos sobre la reforma de la salud. ¿Buscan entonces atrincherarse en su posición sin escuchar voces distintas a las de quienes se hallen alineados con sus consideraciones e ideas? ¿Hay temor ante la discusión técnica y la contradicción de la evidencia? ¿Por qué hay que criticar, acusar, señalar, ofender y atacar para buscar fortalecer una posición, en lugar de respetar, inquirir, analizar, evaluar, dialogar y concertar para encontrar la verdad que nos convenga a todos?

Todas estas preguntas rondan el sector y las dudas e inquietudes que generan llevan a diferentes reacciones de sus agentes. El temor y la zozobra pueden conducir a la defensa a ultranza de un statu quo que, aunque muestra progresos evidentes ante el modelo que manejaba el sistema hace 30 años, presenta tareas pendientes para consolidar más y mejor el disfrute del derecho a la salud para toda la población. Como ya lo hemos dicho desde este espacio, cuando revisamos la película de la salud durante las últimas tres décadas, los progresos y logros son importantes e indudables, pero cuando examinamos la foto actual, nos encontramos con áreas borrosas y pixeladas que no nos pueden dejar tranquilos.

Quienes ganaron la presidencia de la República hace ocho meses no lo ganaron todo y deben gobernar. De hecho, triunfaron con el porcentaje más estrecho con el que cualquier presidente ha logrado su elección desde que existe la segunda vuelta electoral en el país. La mitad de la ciudadanía que votó, no lo hizo por esa opción de un Pacto (la alianza de diferentes corrientes políticas); y entonces no ganó una revolución como algunos pretenden señalar.

Pero también hay que estar ciertos que el país confronta aún la necesidad de satisfacer de manera equitativa muchos derechos sociales para la totalidad de la población y no podemos continuar dando la espalda a esa realidad. Como sociedad no podemos seguir siendo indolentes.

Nos encontramos ante una oportunidad de mejorar nuestro sistema de salud; no la podemos desperdiciar, mucho menos por el orgullo y la arrogancia. Sabemos que en materia de salud nadie tiene la verdad revelada y mucho menos la última palabra; eso sí, reformar un derecho fundamental tiene unas implicaciones complejas que parten de la debida participación ciudadana, la cual no puede ser un simple formalismo de asistencia a plazas públicas o a reuniones, para escuchar discursos y disertaciones sin que se analicen y discutan con suficiencia y evidencia los beneficios y los riesgos que puedan tener las propuestas.

Debemos estar todos los agentes del sistema en la capacidad de respetar, dialogar y concertar. La polarización no es el camino y la lealtad debe ser ante los principios constitucionales que nos guían, y ante una población (toda) atenta a las mejores decisiones que cuenten con los logros que se han alcanzado junto a los faltantes que aún tenemos y estén sustentadas en unas evidencias técnicas que se discutan y evalúen con amplitud. La lealtad no pude ser la sumisión ante quien ostenta un poder transitorio.