Editorial: La Guajira y lo socio-sanitario
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
Nadie en este país puede estar en desacuerdo con realizar una intervención más decidida en las regiones apartadas y vulnerables; en La Guajira por ejemplo, para avanzar en las soluciones de las inequidades que existen.
Poco más de 1 millón de personas habitan en sus 15 municipios, de los cuales 5 son clasificados como rurales, 2 como rurales dispersos, 6 como intermedios y 2 como ciudades y aglomeraciones. En el índice de Salud Rural publicado por este centro de pensamiento Así Vamos en Salud -el cual analizó información oficial de indicadores sociales y de salud de los municipios clasificados como rurales y rurales dispersos en el país- encontramos que, de los 7 guajiros incluidos inicialmente, solo 2 de ellos -San Juan del Cesar y Uribia- contaban con la información mínima de los indicadores requeridos en las 19 dimensiones y 3 ejes que conforman el índice. El primero de ellos es municipio ZOMAC y PDET; el segundo no está en ninguna de esas clasificaciones.
Debemos tener en cuenta que muchas de estas poblaciones viven en rancherías, en plena ruralidad desértica, sin vías de comunicación, alejadas de los cascos urbanos donde existe mayor infraestructura que aun así es limitada para los estándares promedios nacionales. Además, la comunidad Wayú es poli-domiciliaria, con movilidad permanente entre Colombia y Venezuela, lo que hace difícil su control y seguimiento.
La cobertura de alcantarillado en cascos urbanos se encuentra en 68,5 por ciento en promedio en esos 7 municipios; la de alcantarillado en 59,77. El mayor analfabetismo en el municipio de Uribia con un 49,5 por ciento, seguido de Dibulla con el 36,4. Barrancas y San Juan del Cesar registran el porcentaje más bajo del departamento -15 por ciento-. El índice de pobreza multidimensional más alto en Uribia -92,2 por ciento-, seguido de Dibulla con el 65,5. La prevalencia de Enfermedad Diarreica Aguda es más alta en Uribia, aunque la mortalidad por esta condición observa las tasas mayores en El Molino (12,6 x 100.000 hab.) y San Juan del Cesar (10 x 100.000 hab.), los mismos que presentan bajas coberturas en acueducto y alcantarillado.
La tasa de mortalidad por accidentes terrestres es más alta en el municipio del El Molino (38 x 100.000 hab.) seguido de Dibulla (19 x 100.000 hab.) y las tasas más altas en homicidios se dan en Barrancas (28 x 100.000 hab.) y Dibulla (23 x 100.000 hab.). En cuanto a Infección Respiratoria Aguda la tasa más alta se presenta en San Juan del Cesar, siendo la mayor registrada en los 386 municipios rurales y rurales dispersos que se lograron analizar en el estudio de AVS antes mencionado.
El panorama es muy complejo para estas poblaciones. Pobreza y marginalidad, que precarizan sus determinantes sociales e impactan negativamente su protección social con las consecuentes bajas en la calidad de vida y en la salud de las personas.
Porque esos factores externos al sector condicionan la salud de los individuos y la limitan, a pesar de que la cobertura del aseguramiento bordee el 100 por ciento de la población de acuerdo con las cifras manejadas por la BDUA y la oportunidad para una cita médica de medicina general se encuentre en 1 a 2 días en los municipios rurales y rurales dispersos de La Guajira, a excepción de Albania y Uribia que no registran datos.
Encontramos el porcentaje más alto de partos no institucionales en los municipios de Albania (32 por ciento), Dibulla (19 por ciento) y Uribia (18 por ciento) y el reporte de sólo dos municipios en cifras de mortalidad materna, San Juan del Cesar con 202,8 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos, y Uribia con 150. La Jagua del Pilar presenta el porcentaje más alto en el indicador de nacidos vivos con bajo peso al nacer (15,9 por ciento) y la tasa más alta de mortalidad en menores de 5 años (22,7 x 1000 nacidos vivos). En proporción de toma de mamografías La Guajira reportó para el 2020 apenas un 11 por ciento y la detección de alteraciones en crecimiento y desarrollo por enfermera en menores de 10 años se halla en 57 por ciento; cuenta con un 66 por ciento de su población hipertensa controlada.
La responsabilidad para solucionar toda esta situación debe ser integral, entre todos los sectores del desarrollo social. No puede recaer exclusivamente en el sector salud. Además, la gobernanza y las prácticas políticas deben cambiar en La Guajira; la falta de transparencia ha sido una constante, así como la captura de las instituciones por grupos vulnerados por la corrupción. Una revisión a la intersectorialidad y a la descentralización político-administrativa sigue pendiente en el país.