Editorial: ¿imposición?
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
Luego de varias semanas de ausencia impuesta por razones ajenas a nuestra voluntad, retornamos con esta columna para constatar que los días de reflexión sirvieron para reafirmar que el Gobierno Nacional, en materia de la reforma al sistema de salud, no busca concertarla sino imponerla.
La manera como procedieron a radicar la ponencia ese viernes previo a la Semana Santa, a las 5:30 de la tarde y casi a hurtadillas, es una muestra más del talante para debatir estos temas que han mostrado las autoridades nacionales de salud a lo largo de estos ocho meses y algunos legisladores en las últimas semanas: evasivo, carente de participación y ambiguo.
Fueron varios meses, durante el primer semestre de gobierno, que mantuvieron a la opinión pública y al sector salud con la expectativa de una reforma; la que filtraban por redes sociales, pero que a la vez negaban en las declaraciones; aunque prometían hacerla pública en algún momento. Cuando la radicaron ante el Congreso, en febrero pasado, en el marco de una declaración de sesiones extraordinarias convocada a las carreras y luego de que habían evadido hasta el último instante presentar el articulado del texto a sus propios compañeros de gabinete ministerial, resultaron con un documento mal redactado, escrito a varias manos, contradictorio y con limitada solidez técnica y jurídica.
La reacción de la mayoría de los expertos del sector salud, generadores de opinión pública y la población en general -bastante negativa a la propuesta planteada- no hizo más que reforzar ese talante que llevó, en un siguiente puerto, a agotar la posible concertación al interior del gabinete. Se conoció públicamente el documento de un grupo de ministros con objeciones a la propuesta del ministerio de Salud, que a la par iba de la mano de una supuesta actitud de los funcionarios de este a “concertar” acuerdos ante el presidente de la República, para después, en la mesa técnica, mantener su posición intransigente sobre el modelo de reforma que ese grupo quiere imponerle al país.
De público conocimiento son las razones que condujeron al retiro del ministro de Educación, quien en ese momento era el funcionario gubernamental de más alto nivel con el mayor conocimiento y experiencia sobre el sistema de salud colombiano, cuyos comentarios y recomendaciones debieron haber sido tenidos muy en cuenta. Los demás ministros no hablaron más sobre el tema, en un silencio que se percibe impuesto y poco democrático.
Con posterioridad, ese modelo aplicado al grupo de ministros ha sido el mismo que le han dado a los jefes políticos y a los técnicos de tres de los partidos que hacen parte de la Coalición de Gobierno. Invitarlos a reuniones de “concertación” con el presidente de la República para lograr acuerdos que después se desconocen en las mesas técnicas. Agreguemos a esto la precaria participación de la sociedad civil en audiencias públicas durante las cuales se habla, pero no se escucha y mucho menos se dialoga; mero formalismo. Por eso no es de extrañar la forma en que radicaron la ponencia, hecha a espaldas de las propuestas planteadas y de las órdenes de los jefes de los partidos de la Coalición.
Ahora nos encontramos en esa especie de montaña rusa en la cual amanecemos con una ponencia que se aprueba en la Comisión Séptima y anochecemos con una Coalición de Gobierno supuestamente rota que lo impediría y que podría afectar la gobernabilidad del régimen. Con todo ese trasegar por los vericuetos de una estrategia política mal-conducida, la legitimidad de la reforma se encuentra en entredicho y la confianza se ha debilitado al máximo, en especial en el sector salud, donde nos hallamos todos los que tendremos que implementar las reformas y transformaciones que se definan.
Lo adicionalmente lastimoso de la situación que se vive, es que la propuesta presentada por el gobierno nacional en cabeza de la ministra de Salud no soluciona los retos que el Sistema de Salud tiene en la actualidad. Por el contrario, los agravaría. Basta con leer los documentos y comentarios que han hecho públicos la mayoría de los expertos, asociaciones, gremios y sectores académicos, para darse cuenta de que a pesar de la pertinencia que pueda existir en algunas de las ideas del proyecto de reforma, el voluntarismo y el diseño institucional planteado generarían un caos muy grande en la operación del Sistema y producirían un gran retroceso en los avances adquiridos por los ciudadanos en materia de salud.