Editorial: discursos políticos e ideológicos
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
La prevención de la enfermedad y la promoción de la salud se han convertido en lugares comunes de la argumentación para mejorar la sanidad de la población y para eventualmente reducir costos en los sistemas. El discurso sobre estos temas va y viene en muchos países y se convierte en un punto de discusión en numerosas campañas electorales a las jefaturas de Estado. Sin embargo, no se trata de que en los países se hayan dejado de lado las labores de prevención y promoción (PyP), como tampoco las del denominado modelo de atención primaria (APS), que tiene mucho que ver en estos asuntos; por el contrario, en la inmensa mayoría de las naciones del mundo se ejecutan programas, acciones y trabajos tanto del uno como de las otras, sin importar el tipo de sistema de salud que se desarrolle: público, privado o de seguridad social. Colombia no es la excepción.
Así es que nadie está descubriendo el agua tibia en estas materias. Quizá la discusión se deba centrar en el énfasis que se le haga a la implementación de modelos de APS y de PyP, y a la efectividad de la gestión para ejecutarlos, dentro del marco de cualquier sistema de salud. También deberíamos analizar mucho más sobre el impacto que estos programas y acciones producen en la población y, quizá, un hecho más importante, si se logra crear una cultura del cuidado de la salud colectiva y del autocuidado individual.
¿La atención preventiva ahorra costos a los sistemas de salud? Es una pregunta que se han hecho múltiples estudios publicados en la literatura científica. La realidad es que los resultados en las proporciones de costo-efectividad de las medidas preventivas y de las terapias curativas no muestran diferencias significativas. Algunas labores preventivas ahorran dinero, otras no lo hacen. Inclusive, algunas son muy costosas para el beneficio real que traen a las personas.
Mucho depende de factores relacionados con la población objetivo, el tipo de condición médica, la frecuencia de tamizaje y la efectividad o no que tengan los tratamientos, una vez definido el diagnóstico. A lo que debemos adicionar factores psicosociales, como los enfoques socioculturales o normativos, los modelos de base cognitiva y las perspectivas conductuales, que por supuesto influyen.
Lo prudente sería pensar que las medidas de PyP y de APS se orienten a desarrollar una cultura de la salud a lo largo de la vida individual y colectiva, de tal manera que las poblaciones vivan con mayor bienestar y felicidad. Vivir una larga y sana vida y estar preparado para una muerte rápida e indolora. Esa debería ser una suerte de consigna cultural. Pero no parece correcto tener una gran expectativa de ahorros para los sistemas de salud por labores de PyP.
Ahora bien, hay acciones de prevención que han evidenciado un impacto muy grande en la salud de la población. Las vacunas son uno de los mayores ejemplos. Son altamente costo-efectivas y muy seguras. Con ellas se han erradicado enfermedades que causaban mucho dolor y sufrimiento a la humanidad: la viruela y la polio, por ejemplo. Muchas más se mantienen controladas con ellas, como el sarampión, la rubeola, el tétanos, la tosferina y varias más. También existe la vacuna que elimina el riesgo de un tipo de cáncer; y hacia futuro, junto con la medicina genómica y personalizada, los desarrollos de nuevas vacunas se convertirán en los avances más grandes que tendrá la medicina preventiva para controlar otras enfermedades infecciosas, así como otras condiciones crónicas, con inmensos beneficios a la humanidad; lo cual no quiere decir que serán menos costosos.
Lo anterior tampoco significa que se dejen de hacer tamizajes para cáncer, o se deje de educar en la adopción de hábitos de vida saludables, o se abandonen los programas de eliminación del tabaquismo, o se dejen de adoptar medidas de seguridad en el trabajo y en las vías. Esto hay que reforzarlo, pero además fortalecerlo desde la educación escolar y en el ámbito familiar, laboral y comunitario.
Ni las acciones de PyP ni la implementación de modelos de APS requieren en este momento, en nuestro país, de una ley para definirlas o implementarlas. De hecho, como ya se mencionó, se trabaja con ellas. Tampoco necesitan de un cambio de sistema de salud. Con la institucionalidad que cuenta nuestro sistema de seguridad social en salud se pueden y se deben fortalecer. El tema es de énfasis, incentivos y gestión. Lo demás son discursos políticos e ideológicos.