Editorial: Despolaricémonos

Julio 25 de 2024

Augusto Galán Sarmiento MD. MPA 

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud 

El sector salud no está ajeno a la polarización política que existe en el país desde hace muchos años. Polarización que no es patrimonio colombiano por lo que encontramos en muchos países con democracias que nos parecían más sólidas. La polarización política demuestra en gran medida una incapacidad para visualizar la Nación como un propósito común, como un destino colectivo; pero también nos señala la falta de educación política de la población para acertar en la toma de decisiones con las cuales escogemos los dirigentes. La inmediatez, la volubilidad y la evasión de la evidencia, son aliadas en las limitaciones de la cultura política que debería existir.

En el caso del sector salud enfrentamos en la actualidad tres temas que han sido durante largos años polarizantes en las discusiones, y que aún persisten así. El primero, la separación que existe entre un aseguramiento en salud en el que un agente privado (EPS, asegurador, gestor o como lo queramos llamar) asume el 100 por ciento de la gestión del riesgo financiero, contra un aseguramiento en salud en el cual el Estado es el que asume la totalidad de ese riesgo.

El segundo, la dicotomía entre la integración vertical del asegurador que organiza la red en la que incluye a sus propias clínicas y entidades que atienden a su población afiliada, versus la integración horizontal en la cual la red sería organizada por los prestadores entre sí para contratar luego, con los aseguradores, la prestación de sus servicios.

El tercero, relacionado con el anterior, la decisión sobre quién establece esa red integral e integrada de servicios de salud para usuarios y pacientes. ¿El Estado, a través del ministerio y las secretarías de salud a nivel territorial? o ¿los agentes privados, a través de las EPS o quién haga sus veces para cumplir con la gestión de los riesgos en salud de las personas?

Muy posiblemente estos tres puntos comprenden el mayor componente, tal vez la totalidad, de las diferencias que pueden existir con el gobierno nacional, pero también entre algunos agentes del sector salud. Las conversaciones que se intentan para buscar caminos de entendimiento están permeadas en algunos casos por ideologías, en otros por intereses individuales y en algunos más por el prurito de tener la razón y que ésta sea la que impere. La desconfianza se siembra fácil en esa dinámica y prevalecen la indefinición y la incertidumbre porque nos enredamos en un mundo minúsculo y aburrido.

Tenemos que encontrar la forma de tomar decisiones que nos permitan avanzar en el fortalecimiento del sistema de salud pero que también nos expandan en nuestro pensamiento y en nuestro compromiso por acertar en la capacidad de construir colectivamente.

La participación ciudadana es esencial para la elaboración de la propuesta que haga evolucionar nuestro sistema de salud. El diálogo productivo, entre quienes piensan diferente, es el punto de partida de esa construcción y ha estado ausente en las discusiones que se han dado. Lo hemos dicho en repetidas ocasiones. Ojalá esta vez el gobierno nacional no solo oiga, sino escuche y atienda.

Pero también se deben definir para esos diálogos objetivos precisos que nos orienten a tomar las determinaciones, basados en la evidencia requerida para lograr ese mejoramiento del sistema.

Todos señalamos que los usuarios y pacientes son nuestro objetivo central en el sistema de salud; su bienestar y su salud. También estaríamos de acuerdo, en mayoría, con que se debe mantener la protección individual de un seguro en salud por el cual debe responder un agente identificable, sin perder los avances adquiridos por las personas en el goce del derecho a la salud y a la seguridad social. De igual manera, estaríamos conformes todos en que es esencial cerrar la brecha de la inequidad entre las zonas urbanas y las áreas rurales, en especial donde habitan poblaciones más dispersas y que la atención primaria en salud es un modelo de atención que se debe fortalecer.  Por último, compartiríamos todos que el sistema de salud requiere mayores recursos y necesita ser más eficiente.

Con esos objetivos, abrámonos al diálogo, despersonalicemos las discusiones y despolaricemos el entorno. Con esos objetivos busquemos los puntos de encuentro sobre esos tres temas señalados en párrafos anteriores, los cuales constituyen el grueso de la controversia que puede existir en el sector salud. Escenarios de encuentro existen en medio de esas polaridades. Insistimos en que los cambios deben estar pensados con y para las personas, las familias y las comunidades.