Autoindulgencia 2
Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud
Decíamos en el anterior editorial que para la próxima pandemia nos debíamos preparar sin indolencia y sin exceso de autoindulgencia.
En octubre de 2021 la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó su posición sobre el desarrollo de sistemas de salud resilientes para la cobertura universal y seguridad sanitaria durante y más allá de la pandemia por Covid-19. En días recientes, su director Tedros Adhanom Ghebreyesus y su equipo directivo, lo reafirmó en el Boletín de la OMS.
Siete recomendaciones presentaron y con ellas podemos revisar algunos aspectos de la dirección que deberíamos tomar con el propósito de mejorar nuestro sistema de salud y preparar más a Colombia para futuras epidemias.
La primera recomendación: aprovechar la respuesta que se ha tenido ante esta pandemia con el propósito de fortalecer tanto la preparación para la próxima como el desempeño del sistema de salud.
De lo que se trata es de evaluar con objetividad las capacidades que tenía el país y nuestro sistema de salud en el momento en que la pandemia inició. ¿Eran suficientes? Si no lo fueron ¿por qué? y ¿cómo se respondió ante esas carencias? ¿cuáles son los aspectos que debemos fortalecer? ¿los recursos humanos? ¿la infraestructura? ¿la tecnología? ¿los procesos de integración de las diferentes entidades responsables?
La segunda recomendación: invertir en funciones esenciales de salud pública.
Son numerosas las funciones esenciales de salud pública señaladas por la OMS. Dentro de ellas podemos encontrar áreas que han tenido buen desarrollo en nuestro país como la vigilancia epidemiológica y la respuesta a los desastres, o la asistencia a comunidades damnificadas; junto a otras más débiles como la garantía de recursos humanos más competentes para la salud pública y la atención de salud, o la protección por daños ambientales. En general, debemos decir que se pueden mejorar, y Colombia requiere revisar más, el estado de sus funciones esenciales de salud pública y de igual manera su financiamiento adecuado.
La tercera recomendación: construir una atención primaria en salud sobre bases sólidas.
Este punto ya lo habíamos tratado en un editorial previo cuando nos referimos al documento de evaluación de la Atención Primaria en Salud en Colombia realizado por el Banco Mundial y presentado públicamente en diciembre de 2020. Allí se encuentran valiosas recomendaciones para fortalecer este modelo de atención en el país.
La cuarta recomendación: invertir en mecanismos institucionales para un mayor compromiso de la sociedad y las comunidades con la salud.
El compromiso con la salud no se trata solo de pagar unas cotizaciones y de invocar un derecho. Todas las personas, de todas las condiciones, debemos incrementar nuestras capacidades para gestionar individual y colectivamente los riesgos físicos, mentales y sociales que la vida nos presenta. De eso se trata la salud y aunque desde la ley 10 de 1990 se han desarrollado mecanismos de participación ciudadana, necesitamos más educación para la salud y mejor gobernanza para esa participación.
Quinta recomendación: crear y promover ambientes para la investigación, la innovación y el aprendizaje.
No hay duda de que esta es un área que debemos trabajar mucho más en el país en general y en el sector salud en particular. Los recursos que invertimos en investigación, desarrollo y tecnología son escasos aún y la contribución del sector privado en estas materias debe ser mucho más estimulada.
Sexta recomendación: incrementar la inversión doméstica y global en las bases del sistema de salud y en la gestión de riesgos de emergencias.
La equidad es una carencia que subsiste en nuestra salud. Las zonas rurales y las más apartadas de los grandes centros poblados muestran unos indicadores bastante retrasados. La salud rural es otra prioridad para trabajar. Junto a ello necesitamos fortalecer nuestra seguridad sanitaria nacional, así como la red sanitaria regional y continental. Colombia tiene la capacidad de liderar procesos de transformación de la salud en el continente.
Séptima recomendación: responder a inequidades preexistentes y al impacto desproporcionado de la COVID-19 sobre poblaciones marginalizadas y vulnerables.
Lo mencionamos en el pasado. Los determinantes sociales de la salud que requieren más trabajo intersectorial: educación, ingresos dignos, formalización laboral, acceso a servicios públicos esenciales, participación plena en la vida democrática del país en el marco del respeto a los derechos humanos.
Para terminar, nuestro sistema de salud respondió ante el reto, lo hemos dicho también varias veces; pero podemos tener un sistema más fuerte y una mejor protección social, y responder con mayor propiedad en la próxima pandemia.
Este análisis no ha sido exhaustivo, hay que profundizarlo, pero nos ayuda a entender la manera cómo podemos avanzar sin condescendencias ni negligencias.