Covid-19 a perpetuidad
Augusto Galán Sarmiento MD.MPA
Director del Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud. Exministro de Salud
En los últimos 28 días de pandemia por Covid-19, Estados Unidos ha presentado 1.295 casos y 12,1 muertes por cien mil habitantes; y su porcentaje de vacunación con esquema completo es del 54 por ciento de la población. Esas tasas y porcentajes respectivos en algunos países escogidos durante el mismo período nos muestran en Inglaterra 1.437, 4,9 y 66; Israel, 2.542, 7,8 y 61; Brasil, 282, 8,0 y 34; México, 311, 14,6 y 31; y Colombia 114, 3,9 y 31. Las conclusiones que se pueden extraer de esos datos comparativos no evidencian un patrón de comportamiento de la enfermedad y más bien indican que dependemos mucho en cada país de sus condiciones socioeconómicas, las decisiones de los dirigentes, el proceder específico del virus, las variantes que circulen, los planes de vacunación y la conducta de los habitantes.
Cada día que pasa es más claro que deberemos convivir con el virus, lo cual significa que su presencia se hará endémica, con potenciales brotes epidémicos que se presentarán con cierta regularidad y con bolsones de personas susceptibles sin vacunar quienes serán los más afectados por esos brotes. Un Covid-19 perpetuo como algunos han mencionado. Con la influenza, el dengue y otras enfermedades transmisibles se presenta una situación semejante; lo que pasa con este novel coronavirus es que su alta transmisibilidad y su mayor letalidad nos impone la tarea de redoblar de manera permanente las medidas de salud pública para mitigar sus efectos.
Por esto vale la pena tener presente el comunicado de la Asociación de Escuelas de Salud Pública de los Países de la Región Europea -ASPHER (por sus siglas en inglés) y cotejar las acciones que adelantamos en Colombia, con sus principales recomendaciones a los países para cohabitar con la Covid-19.
La primera de ellas tiene que ver con evitar la propagación descontrolada de la infección. El nivel de vacunación no detiene todavía el tránsito del virus. Esto crea oportunidades para que aparezcan variantes preocupantes y eventualmente surja una que se resista a la vacuna. Hasta ahora la variante que ha prevalecido en Colombia ha sido la Mu, detectada en el país con una demostración de adecuada vigilancia epidemiológica sustentada en capacidad técnica del INS. Es fundamental fortalecer estas dos aún más y mantener un monitoreo permanente sobre el comportamiento del virus para detectar a tiempo la aparición de otras variantes.
En este mismo sentido, ASPHER sugiere que los países reconozcan y enseñen a su población las modificaciones que se hayan dado en la presentación clínica del virus, para que las personas consulten a tiempo y se realicen más pruebas diagnósticas con prontitud; con mayor razón ante la participación creciente de casos leves o asintomáticos. En el país se requiere insistir sobre las inadecuadas estrategias del uso de pruebas rápidas que pueden incrementar la aparición de falsos negativos.
La siguiente recomendación tiene que ver con la masificación de la vacunación, que es esencial para disminuir la posibilidad de contagio y reducir drásticamente los casos severos y la mortalidad. Colombia va por la mitad de la meta, pero ha mantenido una distribución bastante equitativa de las vacunas que se debe preservar ahora, cuando parece que retomamos la senda de un buen suministro de biológicos en este mes de septiembre. También está demostrado que el sistema de salud tiene capacidad de vacunar 300 mil y más personas diarias cuando las vacunas están disponibles. Necesitamos contrarrestar además la vacilación, los mitos y las tergiversaciones que algunas personas mantienen sobre el tema.
Otros puntos planteados por ASPHER tienen relación con aprovechar la etapa que atravesamos de baja circulación del virus y disminución de casos y fallecimientos por Covid-19 para atender las necesidades de salud de otras condiciones médicas que no se han servido adecuadamente por las limitaciones de la pandemia, a la vez que nos debemos preparar para el próximo pico respiratorio que ocurre normalmente entre octubre y noviembre de cada año. De hecho, la temporada de verano ha sido muy corta, si es que ha existido, y el posible fenómeno de La Niña pronosticado por algunos meteorólogos, puede acrecentar los riesgos para que ese pico respiratorio se mezcle con la reaparición del virus y en particular con su variante Delta que ya transita en el país.
La pandemia no ha desaparecido, a pesar de la disminución tan importante de casos y fallecimientos en que por fortuna nos encontramos. Esto puede crear confusiones que relajen las medidas de bioseguridad personal de la población. La convivencia con la Covid-19 nos impone mantener las acciones de salud pública reseñadas y seguir el aprendizaje de vivir con ellas. Este argumento es reiterativo, pero debemos insistir en él.